El creciente interés por la vitamina D está relacionado con el descubrimiento de sus receptores en diferentes tejidos del organismo. Esto ha generado la descripción de un gran número de efectos de la vitamina D en diferentes tejidos y en diversos procesos fisiológicos como: actividad antitumoral, reparación del ácido desoxirribonucleico (DNA), control de la apoptosis, estrés oxidativo, inmunomodulación, adhesión celular y metabolismo y otras funciones aún por esclarecer, y aunque los estudios no son concluyentes, los mismos proponen una relación entre niveles bajos de la vitamina D y algunas enfermedades crónicas, autoinmunes y oncológicas.
La vitamina D es comúnmente conocida por estar relacionada con el metabolismo óseo y el calcio. Sin embargo, la presencia de receptores para esta vitamina en el ovario, el útero y la placenta la ha puesto en el punto de mira en relación con la fertilidad y el embarazo.
La carencia de vitamina D en mujeres en edad reproductiva es bastante habitual. Unos niveles de vitamina D en suero superiores a 30 ng/ml se consideran suficientes según los valores de referencia. Si los niveles de vitamina D están entre 21 y 29 ng/ml hablaremos de insuficiencia, y si son menores de 20 ng/ml se trata de una deficiencia.
La Vitamina D se ha asociado con la producción de espermatozoides (espermatogénesis) y su maduración.
Unos niveles adecuados de vitamina D parecen mejorar la motilidad de los espermatozoides en espermograma. Otro efecto de la suplementación con vitamina D en los varones es que podría incrementar los niveles de testosterona, la hormona sexual masculina producida por los testículos.
Si está en sus planes tener un hijo, se recomienda suplementarse con vitamina D.